Hace tanto que la busco, que no sabría decir desde cuándo. Fue un pinchazo en el corazón, un latigazo en la espina dorsal, una certeza absoluta de que ella tendría el pelo negro y los ojos verdes. Calles. Bares. Librerías, sobre todo, librerías. Allí tendría que estar. Pero cómo, qué difícil. Algunas se le parecían, no os creáis. Pero nunca eran ella. Entonces, una tarde sí. La vi. Allí estaba: pelo negro, ojos verdes y Chéjov en la mano. El corazón se me paró e hice lo que tenía que hacer: irme. No vaya a ser que fuera ella y se acabara mi búsqueda.

Me encanta, Nieves, qué manera tan bonita de percibir una ilusión, o al menos eso es lo que he interpretado (tal vez erróneamente) en tus palabras.
¡Siempre es un placer leerte!
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Para nada estás equivocada. Es justamente eso 😉 Siempre es un placer que la entiendan a una 🙂 Me alegra mucho poder compartir mis «pocas palabras».
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