Dejando atrás la experiencia rusa. Son muchas otras oportunidades y las experiencias en distintos lugares que he podido vivir.
El caso es mi año de SICUE en Cádiz. Como cualquier otro SICUE, Erasmus… son muchas las cosas que te llevas de estas bonitas experiencias. Para mí este es un breve resumen de las sensaciones de estos 9 meses de risas, lloros, buenos momentos, muchas canciones y más resacas, humedad, viento y calor, de comer hasta no poder más «pero estamos a dieta», de echar de menos…
Pero como siempre digo lo bueno acaba para que empiece algo mejor… pero es difícil superar lo vivido en nuestro Cádiz. Porque ya forma parte de nosotros, de estos locos que piden la beca SICUE para irse a estudiar lejos de casa, para aprender a apreciar lo que tenemos y darnos cuenta de lo que hemos ganado, que no es poco. Cadiz nos ha hechizado, ha llegado al corazoncito y se ha quedado con parte de él a su ritmo del 3×4.
Sin duda lo que gana a todo lo vivido es la gente con quién lo compartes. Las de acero inolvidable, los que te visitan antes de que conozcas la ciudad y la descubres junto a ellos, las que vienen por carnaval, quienes vienen por sorpresa, los que apoyan tu decisión desde la distancia, con quienes te pegas la mayor parte de época de exámenes o con los que sales de fiesta, también quienes tienen un cajon sólo para ellos en el piso, porque es como suyo, los de las cena y peli hasta las tantas, la de «¿hay alguien en el piso? Voy a comer», las que visitan a tus compis y te conquistan, las que se fueron a mitad y las que no se han ido nunca, los SICUE y los de «cai cai cai», los de clase, los que vuelves a ver años después y siguen «igual»… por ellos y todos los que me dejo que hicieron la estancia de un lugar desconocido algo inolvidable.
Y por lo vivido en esa ciudad. Las escapadas de domingo a La Caleta, las puestas de sol de los lunes, el vinito en La Isleta de un martes al salir de clase, el miércoles erasmus, jueves universitario, viernes de Aquite y sábado de lo que surja. Los viajes improvisados y los premeditados, los partidos de fútbol y sus celebraciones, las banderas y las heridas de guerra, los carnavales y las mil y una anecdotas que quedan y que a la larga echas de menos.
Para acabar, dejo un trocito del arte gaditano, por lo poco que he escrito de la ciudad, ya que su cultura, su historia y lo que ver(que no es poco), lo dejo para la próxima. Pero Cádiz y la nostalgia es lo que tiene.
Que te envenena.