
Puntos de luz
No había Luna y tampoco farolas que entorpecieran con su resplandor naranja. Era verano, los grillos cantaban cumpliendo su deber y mis padres sacaban las mesas de picnic al fresco de la calle para cenar. Vivíamos en las afueras del pueblo, pegados a la rambla, un lugar escarpado de matorrales, tres higueras bordes, piedras redondas y gordas y algún somier oxidado arrastrado por los torrentes … Continúa leyendo Puntos de luz