El bienestar de la sombra

Se sujetaba el estómago con las manos. El recogido de peluquería le estiraba las sienes y comenzaba a dolerle la cabeza. Notaba que se estaba mareando. Esperaba detrás del telón a que anunciaran su nombre, pero se hacía largo con los actos de relleno. Necesitaba serenarse. No podía vomitar. No era el momento. Cerró los ojos y oyó su nombre al fin. Se vio salir … Continúa leyendo El bienestar de la sombra

El viaje del caracol

Es lo que tiene nacer con una casa a cuestas, que pesa, que condiciona, que limita. Mi vida entera cabe en el fogonazo de una cerilla y mi infancia se reduce al instante ¿feliz? de tirar chinarros al aire para ponerse debajo al grito de ¡lluvia! Todo lo demás es teatro, humo. Es como estar en el hueco de un árbol caído, como querer respirar … Continúa leyendo El viaje del caracol

Los bichos que se van

Hace mucho que no veo una luciérnaga. Las pillaba escondidas en algún matorral con su trasero verde encendido. Eran tímidas, pues cuando me asomaba entre la maleza al poco su luz se hacía tenue hasta desaparecer. Ya no hay luciérnagas, ni escarabajos negros. Recuerdo que me gustaba cogerlos para hacerles correr carreras de obstáculos, pequeños montículos de arena, hoyos, piedras que rodear… todo un pasatiempo. … Continúa leyendo Los bichos que se van

Siguiente parada

El autobús dio una violenta sacudida. Lo siento mucho, señorita. Traté de sacar mi mejor sonrisa. Ella, más tímida, perdóneme a mí. Rubor en las mejillas. Tres paradas y seguíamos apretados en aquella tartana que chirriaba en cada frenada. ¿Quiere un poco de agua? Hace calor aquí dentro. Se lo agradezco. Bebió y hubo en aquel trago una complicidad cósmica como si esa sonrojada señorita … Continúa leyendo Siguiente parada

Mi amiga Libertad

Mi amiga Libertad entró de golpe en casa. ¡Lo tengo! ¡Lo tengo! ¿El qué? La solución. ¿La solución a qué? A todo. Dame al menos un beso. Pero nada. Ella continuó hablando como una ametralladora. Es momento de cambiar, me decía. Habló de manifestaciones, de abolir el capitalismo, de parar las guerras, de economía, de medio ambiente, de partidos políticos y no sé qué movimiento … Continúa leyendo Mi amiga Libertad

Mucho viento

El viento traía el silbido del vecino de abajo. Se oía claro, estaría en el patio tendiendo ropa. Silbaba despreocupado del viento. Ese viento que hacía estremecer al edificio, lo notaba quejarse, luchar para que el viento no lo arrancara del suelo, la estructura entera sufría con cada sacudida de viento. Tenía que agarrarme para no irme volando. Me centraba en el silbido del vecino … Continúa leyendo Mucho viento

El último que cierre

«El hombre habitará solo en un planeta desnudo, sin árboles ni bestias». Concha Alós, Os habla Electra (1975). No somos nada, no somos nada… Una hembra preñada agitando histérica los barrotes de su jaula. Impotencia. Un gorila aburrido en dos metros cuadrados de hormigón. Resignación. Pájaros de colores que no saben volar, ni alto ni bajo. Vergüenza. El último rinoceronte blanco, el último leopardo, elefantes … Continúa leyendo El último que cierre

La ambigüedad que subsiste

Amalia tiene flores muertas en el vientre y en las manos y en su cuello y en su seno y en su sexo. Se siente podrida sucia asquerosa. Todavía le duelen las costillas por soportar aquél peso muerto que hace un momento estaba sobre ella y que ahora se lava tranquilamente en la ducha, hasta canturreando. Amalia ni se ha movido del dormitorio. Para qué. … Continúa leyendo La ambigüedad que subsiste

Al sol se le habla bajito

No sé qué haría si te tuviera delante. Supongo que soportaría tu mirada: mitad odio, mitad compasión. No sabría qué decirte. Por supuesto, no me justifico. Yo era muy joven, él… da igual. Tenía que hacerlo, me gustaría saber qué habrías hecho tú en mi lugar. No me arrepiento, de verdad que no. Pero tampoco me vanaglorio por ello. No sé qué hubiera pasado si… … Continúa leyendo Al sol se le habla bajito

Las pelusas, esas distinguidas señoras

Discúlpenme, pero en mi casa tengo pelusas con nombre propio. Son educadísimas, me saludan cuando llego y se despiden amablemente cuando marcho. Andan de un lado para otro, como con prisa a juzgar por como corren por el pasillo. Son muy elegantes, les gusta emperifollarse y a veces llevan peinados de siete pisos. También son muy intelectuales, todos los días hacen reuniones de rincón. Deben debatir asuntos importantes porque a veces se concentran muchas en el mismo sitio. No sé, yo nunca me meto en sus cosas. Compartimos baño y cuarto pero no puedo cobrarles parte del alquiler. Me sabe mal. ¡Ay! Cómo limpiar, si ellas siempre están en medio. Definitivamente no puedo. No puedo pedirles que se vayan.

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