«No hay hombre a quien la fortuna no vaya a visitarlo alguna vez en la vida; pero cuando no lo halla dispuesto a recibirla, entra por la puerta y sale por la ventana» (Montesquieu)
Hay quien, cuando el mal tiempo arrecia, aprende muy bien a pasar el cerrojo en toda puerta y ventana. Y resulta tan fuerte, tan hermético y tan resolutivo en su proceder…que luego tarda años en poder volver a abrir siquiera una sola rendija por donde pueda pasar una mísero rayo de luz para quedarse.
Ahora las bisagras parecen oxidadas y los cerrojos atascados. Juraría que incluso hay telarañas al contraluz…¿cómo es posible? Si parece que fue ayer cuando esto se cerró de un golpe bien decidido.
En verdad no tenía planeado abrir hoy, no sé muy bien qué me ha movido hasta la ventana. Aunque no debo ser muy valiente, pues sólo he entreabierto lo justo para comprobar tímidamente si fuera hay luz. Y hacerlo de par en par sería una auténtica locura, ¿no es cierto? Todo podría dañarse otra vez. Pero no puedo evitar pensar que hace mucho que al otro lado de la ventana ya había luz y no la he querido ver.
Habrá que disponerlo todo por si llegase la visita.
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