Dicen que al morir no pudieron cerrarme los ojos. El frío inmenso del espacio no es capaz de apagar el brillo de dos luceros. En zona gris quedó mi cuerpo pero no mi alma. En zona gris quedó mi Manresa que buena cuenta hizo de la sopa constipada. En zona gris quedó España que todavía hoy agoniza por recuperar sus colores. ¿Cómo queréis, pues, que cierre los ojos?
Retrato a Miguel Hernández. Gregorio Prieto (1897-1992) Fuente: Fundación Gregorio Prieto.