La ambigüedad que subsiste

Amalia tiene flores muertas en el vientre y en las manos y en su cuello y en su seno y en su sexo. Se siente podrida sucia asquerosa. Todavía le duelen las costillas por soportar aquél peso muerto que hace un momento estaba sobre ella y que ahora se lava tranquilamente en la ducha, hasta canturreando. Amalia ni se ha movido del dormitorio. Para qué. … Continúa leyendo La ambigüedad que subsiste

Una noche cualquiera

Los perros estaban inquietos esa noche. Los oía agitar sus cadenas recorriendo nerviosos la jaula, soltaban aullidos cortos y fuertes que eran como ladridos a medias. Los muertos se están levantando esta noche, me dijo mi hermana. Yo apreté el tabaco dentro de la boca de mi pipa y dije apoyado en la chimenea que se avecinaba tormenta. Son los muertos, quieren llevarse a alguien … Continúa leyendo Una noche cualquiera

El descubrimiento

Recuerdo aquella acampada de finales de verano. Íbamos toda la familia, los tíos y más primos. Tú y yo siempre jugábamos juntos. Andábamos de aquí para allá, rebozándonos de tierra y pegando patadas. Nos gustaba irnos solos, nos entendíamos bien. Recuerdo aquella acampada el día que nos perdimos por el riachuelo. No os alejéis demasiado, nos dijeron los mayores. Pero acabamos en el río aquel … Continúa leyendo El descubrimiento

Al sol se le habla bajito

No sé qué haría si te tuviera delante. Supongo que soportaría tu mirada: mitad odio, mitad compasión. No sabría qué decirte. Por supuesto, no me justifico. Yo era muy joven, él… da igual. Tenía que hacerlo, me gustaría saber qué habrías hecho tú en mi lugar. No me arrepiento, de verdad que no. Pero tampoco me vanaglorio por ello. No sé qué hubiera pasado si… … Continúa leyendo Al sol se le habla bajito

Las pelusas, esas distinguidas señoras

Discúlpenme, pero en mi casa tengo pelusas con nombre propio. Son educadísimas, me saludan cuando llego y se despiden amablemente cuando marcho. Andan de un lado para otro, como con prisa a juzgar por como corren por el pasillo. Son muy elegantes, les gusta emperifollarse y a veces llevan peinados de siete pisos. También son muy intelectuales, todos los días hacen reuniones de rincón. Deben debatir asuntos importantes porque a veces se concentran muchas en el mismo sitio. No sé, yo nunca me meto en sus cosas. Compartimos baño y cuarto pero no puedo cobrarles parte del alquiler. Me sabe mal. ¡Ay! Cómo limpiar, si ellas siempre están en medio. Definitivamente no puedo. No puedo pedirles que se vayan.

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¿A dónde vas tan solita?

La otra noche me asusté. Iba caminando  de vuelta a casa después de un sábado de amigos y oí cómo detrás de mí aligeraban unos pasos. Pasos entaconados. Cruzó de acera y me adelantó desde el otro lado de la calle. Casi corría. La miré por el rabillo del ojo, se ajustaba el abrigo al cuello con una mano y con la otra agarraba fuerte … Continúa leyendo ¿A dónde vas tan solita?