La otra noche me asusté. Iba caminando de vuelta a casa después de un sábado de amigos y oí cómo detrás de mí aligeraban unos pasos. Pasos entaconados. Cruzó de acera y me adelantó desde el otro lado de la calle. Casi corría. La miré por el rabillo del ojo, se ajustaba el abrigo al cuello con una mano y con la otra agarraba fuerte el bolso, pegándolo a su cuerpo. Entonces, me di cuenta. Huía de mí. Tuvo miedo por mi mera presencia masculina en aquella calle mal iluminada (porque encima las farolas no acompañaban). Tuvo miedo y yo me asusté al saberme su monstruo.
NYC 29, 2016. Óleo sobre tablero (36×36 pulgadas) Jeremy Mann (1979). Galery 1261, Denver.
Cuando vuelvo a casa y se me ha hecho tarde, llego a envidiar la tranquilidad con la que pasean ellos cuando te los cruzas….
Ojalá la educación familiar y social permita que pronto tod@s podamos transitar las calles con esa libertad a cualquier hora y no en modo “alerta” con paso ligero y móvil en mano cual ingenua arma de defensa.
Gracias por tu publicación concienciadora incluyendo las diversas realidades de ambas partes.
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Lamentablemente esto aplica para todos, hasta para «Ellos». En los tiempos que corren la seguridad no está garantizada para nadie. Y también rezo por que esa educación algún día nos deje a todos caminar tranquilo como aquellos tranquilos.
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Precioso
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