A y B acaban de hacer el amor intensamente durante varias horas. En la alcoba quedan los besos, los mordiscos, las caricias, las bofetadas, las embestidas, la saliva. Deciden tomar el desayuno en la terraza aprovechando el sol matutino que ya calienta los geranios rojos. B sirve zumo de naranja llenando los vasos hasta arriba. A enciende un cigarrillo y aspira una bocanada profunda, lenta, grave, suelta el humo apuntando al techo y dice en voz alta: «Esto no está bien». B mira a A con las cejas levantadas: «Hace un momento no pensabas eso». «No me fastidies. Sabes perfectamente de lo que hablo». «Y, ¿qué vas a hacer?» «¿Cómo que qué voy a hacer?, será ¿qué vamos a hacer?» «Ya sabes lo que pienso». «Eso no me ayuda». A termina su cigarro en dos caladas y aplasta la colilla en el tiesto del geranio. B apura su zumo. A ni lo toca. «No puedo, en serio. Tenemos que dejar de vernos». «Dime eso otra vez mirándome a los ojos». B desafía a A. A mira a los ojos de B, va a abrir la boca para hablar, pero B se adelanta y besa a A furiosamente. En un estrépito de mesa B agarra a A en brazos y entran de nuevo en la alcoba comenzando el ritual de caricias. El vaso de zumo de A se ha derramado por la mesa del desayuno y el líquido comienza a resbalarse suave por la superficie hasta llegar al borde y, gota a gota, comienza a derramarse sobre el geranio rojo que plácidamente empapa la tierra.
Reality, 1973-83. Óleo sobre lienzo. Dorothea Tanning (1910-2012). Museo Reina Sofía y Contemporary Art Society. La mujer rebelde del surrealismo.