Un susurro… débil, efímero…
Un rumor… apagado pero constante.
Murmurar. Murmurar.
Susurrar.
Una voz… frágil.
Otra voz, más sólida.
Y otra, fuerte.
Voces, voces,
y susurros y rumores,
gruñidos
y flojos chillidos.
Un grito, y otro, y otro, ¡y otro!…
Inquietud. Nervio. ¿Miedo?
Inútiles diálogos,
vana locuacidad.
Verborrea y más verborrea.
¡Silencio!
Palabra, dulce palabra…
Esencia del ser,
esencia del silencio…
Malgastada, corrompida,
tantas veces enviciada…
Palabra callada…
Oyes, atiendes… y escuchas.
Y, dócil, acudes.
Desapareces. ¡Te esconden!
Esas voces,
y esos susurros…
aún más huecos que tu vacío.
Su miedo.
Evitada e inmolada.
No reconocen tu presencia.
¿No lo saben?
Sienten miedo…
¿Tanta fuerza tienes?
Y lo ignoran.
Observa mi silencio…
Sólo tú escuchas.
Sólo tú hablas.
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¡¡Gracias!!
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Cuando el silencio del ser y la ciencia trabajen de la mano.., en el mundo vamos a ver maravillas.
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¡Genial Elvira!
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Me gusta mucho.
Es tan grande e inabarcable que se pueden decir maravillas del silencio.
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