
Siguiente parada
El autobús dio una violenta sacudida. Lo siento mucho, señorita. Traté de sacar mi mejor sonrisa. Ella, más tímida, perdóneme a mí. Rubor en las mejillas. Tres paradas y seguíamos apretados en aquella tartana que chirriaba en cada frenada. ¿Quiere un poco de agua? Hace calor aquí dentro. Se lo agradezco. Bebió y hubo en aquel trago una complicidad cósmica como si esa sonrojada señorita … Continúa leyendo Siguiente parada