Y los árboles sangran

¿Es necesario continuar un mundo

en el que la sangre más fragante y pura

no vale lo que un litro de petróleo,

y el oro pesa más que la belleza,

y un corazón, un pájaro, una rosa

no tienen la importancia del uranio?

«Rebelión», Ángela Figuera, Obras completas, 1991 (p. 144).

Recuerdo el tiempo de la sangre. Eran hojas rojas, un rojo violento, en carne viva que acuchillaba la melena verde de los árboles. Y yo ahí: mirando, pensando en el otoño. Pronto los árboles parecerían raspas de pescado y cubrirían sus cuerpos con gabanes de moho. Y, mientras eso pasaba, el cielo bajó a beber al río y por las venas del viento se levantó un rumor de vocal que suspira. Y yo ahí: mirando, pensando en la montaña, esa montaña que se rasgó el pecho y echó aludes de piedras angulosas, ladera abajo. Y yo ahí: inmóvil, con las primeras piedras cayendo sobre mí y con el frío del moho subiendo por la piel, pensando en el rojo sangre, apagado, marrón, muerto. Y ahí, solo ahí, recuerdo que el otoño es un sentimiento.

Amor, 1995. Pastel sobre papel aluminio (120 x 160 cm). Paula Rego (n. 1935-). Museo Picasso, Málaga.

Deja un comentario