Un hombre pierde un zapato. Le dicen por la calle: «Disculpe, caballero, tiene un agujero en su calcetín». El hombre apurado se mira el pie descalzo, «Uy, vaya contrariedad». Se pone colorado y no sabe cómo ocultar semejante boquete por donde le asoma el dedo gordo. Pasan unos niños y se mofan. El hombre más colorado todavía. Una viejita exclama escandalizada: «Vergüenza debería darle». Al hombre ya le sale humo por las orejas y decide cambiar de pie el zapato que le queda. El otro calcetín no parece tener roturas. Y así, haciendo eses y con un pie desnudo, pudo el hombre, por fin, caminar entre la muchedumbre tranquilo.
