La performance

La crítica dedica impactantes reseñas en periódicos y revistas culturales: «Tremenda representación del asesinato del medioambiente». La popularidad de la obra en vivo va creciendo: «es muy realista», dicen los que salen del museo entre maravillados y espantados. La performance, La asfixia de la Naturaleza, denuncia el uso y el abuso del plástico y sus consecuencias letales para el planeta. La escenificación es sencilla: de pie, pegada a una pared blanca, cubren con una lámina plastificada y ultrarresistente a una joven actriz. Ella, desnuda y con su pelo suelto, mira con asombro cómo van grapando esa lámina al mural blanco en un efecto de envasado al vacío. Al principio, ella sonríe a los visitantes que miran curiosos ese sándwich humano plastificado. Los minutos pasan y la joven actriz deja de sonreír, toca con las palmas de las manos la lámina que la mantiene presa. Busca un orificio. Pero aquello es un búnker de plástico y las grapas de acero no ceden a la presión de sus manos. Nota el aire viciado y cada vez le cuesta más respirar. Golpea la lámina con los puños, pero no cede, ni siquiera los visitantes pueden escuchar sus gritos. Se miran entre sí haciendo gestos con las cejas y la boca. «La chica es una actriz excelente» opina alguien en voz alta. Entonces, el resto se relaja y comienza a sonreír mientras sigue mirando cómo la joven actriz lucha inútilmente para rasgar la lámina. Boquea, dilata los ojos, pide ayuda con la mirada. Los visitantes aplauden cuando ya su gesto queda inmóvil en aquella cámara de plástico. Van saliendo ordenadamente de la galería. Cuando ya no queda nadie, quitan las grapas, descuelgan el cuerpo inerte de la chica y la meten en una bolsa negra con cremallera. Limpian todo de nuevo para la siguiente sesión. Llamarán a otra joven actriz del casting que acudirá felicísima a la performance mejor valorada de la temporada.  

Amor y dolor (Vampiro), 1895. Óleo sobre lienzo (91 x109 cm). Edvard Munch (1863-1944). Munch Museum, Oslo. La pintura sobre el miedo. Otras obras en el Thyssen Bornemisza.

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