Me dijeron que no me acordaría de nada, que no sentiría dolor. Y, efectivamente, me despierto despejada y todo parece en orden. Creo que mis órganos siguen conmigo. La cicatriz es diminuta, han hecho una auténtica filigrana de sutura. Pero, ah, un punto se ha soltado y está comenzando a supurar serrín.
