Levedad

La luz blanca cegadora del hongo estalló. No sé qué ha sido de los niños y niñas. Los patios de colegio están arrasados, vacíos, ya nunca más harán hojitas marrones para el otoño ni copos de nieve para la navidad, la-te-es-u-na-se-ño-ri-ta-con-som-bre-ro… El monte está pelado de árboles, la roca madre grita desnuda, avergonzada, como la fechoría de un callejón. ¡Ah! Los niños y niñas… cómo explicarles que yo pulsé el botón rojo, ese botón que pesaba en mi espalda y que me tentaba desde el espejo. Cómo podrían entender que no hay nada más placentero que ser esa hojita marrón y desprenderse del suelo impulsada por el viento. Así. Como yo ahora mismo y, sin embargo…

 

Museo Thyssen- Bornemisza
Pastora desnuda tumbada, 1891. Óleo sobre lienzo (57,5 x 86,4 cm). Berthe Morisot (1841-1895). Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

2 comentarios en “Levedad

  1. Es muy buen viaje, Nieves! De la levedad palpable a una axial y terrible; de la inocencia a la levedad de lo macabro. El viaje comienza impresionista, como Morisot, y después se vuelve de un expresionismo lacerante con el monte pelado, y la roca madre desnuda -solemos asociar el expresionismo con escenas de humanos, sobre todo; esta tiene en su centro la naturaleza, sin embargo-. Después, en el resto del viaje de tu cuento, queda el hombre, y su nostalgia por la naturaleza y por la infancia: por la inocencia. Gracias por él! Su esencia me ha recordado «La banalidad del mal», de Hannah Arendt. Saludos!

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