En el mismo sitio

Carmelo se levanta todos los días a las siete y cinco a eme, incluso los domingos. Puntualmente, a las siete y cinco pe eme llega a casa del trabajo y va directo a darse una ducha purificadora, salvo los domingos que lo hace nada más levantarse. Carmelo es un hombre de costumbres sencillas y fijas. Le gustan los domingos, las galletas de chocolate que solo come los domingos y los días de lluvia que caen en domingo. Las aficiones de Carmelo no son muy extravagantes: leer, ajedrez (en el ordenador) y paseos los domingos soleados. Alguna vez va al cine en el día del espectador, siempre solo. A Carmelo le gusta el silencio, es poco hablador. Una vez, una muchacha se sentó a su lado en el cine. Ella le miró y le sonrió muy amable. Carmelo se dio cuenta de que ella también había ido sola al cine y eso lo perturbó. Pasó toda la película con la mano puesta en el pecho, como sujetándose el corazón. En los créditos del final se levantó de la butaca y no esperó a que las luces se encendieran por completo. Llegó a su casa a las nueve y treinta y nueve pe eme muy nervioso y con el pulso tembloroso. Aquella noche tuvo que tomar una pastilla para dormir. Tardó un mes y diecisiete días en reponerse del susto y diez meses y veinticinco días para volver al cine.

Museo Thyssen- Bornemisza

Cabinas telefónicas, 1967. Acrílico sobre masolite (122 x 175 cm). Richard Estes (1932). Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid. Fotorrealismo vs. Hiperrealismo.

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