«Lo tengo todo perfectamente descontrolado»
(autor desconocido)
El eclipse de luna sin mi cámara a mano; el cartel de la frutería con un inesperado ‘cerrado por reformas’; el último helado de dulce de leche que se lo lleva la niña de delante; el cargador del portátil que he olvidado a varios kilómetros; la canción favorita que termina cuando él apenas acaba de sacarme a bailar; el viaje que no haré pero mi dentista y mi mecánico si harán; el coche que he lavado justo antes de lloviznar sin previas nubes a la vista; el mensaje que ayer esperé y ahora ignoré; el cajero que asegura no poder dispensar billetes menores de 50 euros; el apagón de luz cuando acabas de llenar la nevera tras haber estado días vacía; el compañero de risas y trastadas que se muda de país; el descafeinado que no he desayunado porque la máquina del trabajo se ha declarado ‘fuera de servicio’; el vale de devolución que no encuentro y ya nada canjearé; la carta certificada que tras meses creo que ya no recibiré…
Perder constantemente el tranvía, creo que lo llaman a esto…¿no?