La Gran Pirámide

El hijo y sucesor de Esnofru, Khufu (2604-2581 a.C.) llamado Keops por los griegos, heredó las condiciones necesarias para erigir la mayor de todas las pirámides: la Gran Pirámide de Giza. Fue su sobrino, Hemiunu, el encargado de dirigir el proyecto. Los desafíos que tuvieron que afrontar sus constructores fueron colosales. Las dimensiones del proyecto, la pirámide de Keops fue el edifico más alto del mundo durante 3.800 años, y hasta mediados del siglo XIX se trató de la construcción en piedra más grande realizada hasta entonces; el inclemente clima del desierto egipcio, con temperaturas diurnas que superaban los 45 grados centígrados, y nocturnas que descendían hasta los 0 grados o más; la dificultad de una logística que debía suministrar todo lo necesario para la obra a diario, incluidos los víveres para alrededor de 25.000 trabajadores, entre los que se contaban canteros y picapedreros, zapadores y porteadores, albañiles y estucadores, empleados y proveedores de todo tipo de intendencia, además de ingenieros y arquitectos, etc.

No obstante, gracias a la experiencia adquirida y a los recursos existentes en un país entonces muy próspero y habitado por algo más de dos millones de personas, se pudieron realizar proezas casi inconcebibles, tales como excavar una galería de más de cien metros de longitud en la roca viva, cortar, labrar y almacenar enormes volúmenes de piedras de varias toneladas al ritmo necesario para que las cuadrillas de obreros siempre tuvieran material a su disposición, diseñar calzadas de transporte que significaran el menor gasto de tiempo y de recursos sin que impidieran las continuas mediciones de la pirámide conforme iba creciendo, etc.

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Estatua sedente de Hemiunu, IV Dinastía, hacia 2580 a.C.; caliza pintada; alto: 155,5 cm; Hildesheim, Museo Pelizaeus

La dificultad también estuvo en el extraordinario grado de perfección que alcanzó la obra terminada. La pirámide tiene una base que es casi un cuadrado perfecto de 230,383 metros de lado: el lado Norte mide 230,253 metros, lo que constituye un error de solo 13 centímetros; el lado Sur, 230,454 metros, con un error de 7,1 cm; el lado Este, 230,391 metros, con apenas 8 cm de fallo; y el Oeste, 230,357 metros, con una desviación de 2,6 cm. Sus ángulos son en consecuencia casi perfectamente rectos, siendo su mayor error inferior a un grado. Su desviación con respecto a la horizontal terrestre es de 0,0021 metros, y el error en su orientación en relación  a los puntos cardinales no alcanza, en el peor de los casos, los seis minutos. En cuanto a su altura, originalmente alcanzó los 150 metros, pero en la actualidad, perdido su revestimiento externo y el  piramidión que la culminaba, es de 146,59 metros.

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   Estatua sedente de Khufu o Keops; marfil; alto: 7 cm.; Museo Egipcio de El Cairo.

Como decíamos, el aspecto de la Gran Pirámide es impresionante. Pero lo que realmente constituye su grandeza se encuentra en su interior. Se podía acceder a él, en contra de la voluntad de sus constructores, a través de dos entradas, ambas situadas en la cara Norte, aunque sólo una de ellas, el «pasillo descendente», parece que fue realizada por los constructores egipcios, pero en la actualidad está sellada; la otra, y actual, es un túnel excavado en época muy posterior por  Al-Mamun con el fin de saquear su interior.

En el subsuelo se localiza una gran cámara subterránea inconclusa, llamada erróneamente funeraria, que tal vez fue excavada para comprobar la idoneidad del terreno. Más arriba se localiza otra sala, conocida como «cámara de la reina», que presenta una cubierta «a dos aguas»; es decir, tiene la forma de una «v» invertida para desviar el peso que gravita sobre ella hacia los lados y evitar así el derrumbe del edifico.  Esta sala, a pesar de su nombre, no parece la tumba de la soberana, pues en su interior no se ha hallado nada indiciario de un enterramiento. Sobre esta cámara se halla la primera de las grandes maravillas de la pirámide: la Gran Galería, un grandioso pasillo con forma de bóveda en saledizo de 8,50 metros de altura y 47 de longitud. Se desconoce a ciencia cierta su utilidad, pero en sus ángulos superiores e inferiores hay unas grandes marcas que indican que algo enorme y pesado pudo ser llevado a través de ella, tal vez el sarcófago de granito del rey, o incluso las gigantescas losas de granito, de hasta 70 toneladas de peso, que forman las «cámaras de descarga» situadas sobre la «cámara del rey». Pero, por el momento, no hay una respuesta concluyente para esta cuestión.     

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En los ángulos inferiores de la Gran Galería,  junto a las paredes, aparecen unos extraños agujeros rectangulares de iguales dimensiones. Tal vez su función fuera la de  encajar en ellos algún tipo de entramado de madera que sirviera como soporte y vía para un trineo del mismo material que permitiese transportar grandes moles de piedra. Esto  explicaría las marcas de arrastre que aparecen en los ángulos superiores e inferiores de la galería.

 En la «cámara del rey» se encuentra el sarcófago de granito del faraón. El techo de esta habitación es plano, y lo puede ser porque justo encima se encuentra el secreto mejor guardado de la pirámide: las «cámaras de descarga». Se trata de cinco salas de escasa altura y de igual superficie, formadas por cinco grupos consecutivos de losas de granito rojo separadas por un hueco. La última de ellas es una cubierta de doble vertiente o «a dos aguas». La función de estas cámaras es aliviar la presión que gravita sobre ellas y desviar el peso del enorme volumen pétreo hacia los lados con el fin de que la estructura no colapse. Tienen función tectónica.

imagen 4 Croquis del interior de la Gran Pirámide

las paredes Norte y Sur de las «cámaras reales» aparecen conductos llamados de «ventilación», aunque en realidad su función es otra. Los de la «cámara del rey», en concreto el del Norte, está orientado a Alpha Draconis, que se identificaba con la Estrella Polar (circumpolar) durante el Imperio Antiguo (2707-2170 a.C.), la época en la se construyó la pirámide; el conducto Sur apunta en dirección a la constelación de Orión, que en los Textos de las pirámides  se identifica con el dios Osiris, la divinidad de los muertos. Por su parte, los de la «cámara de la reina» se dirigen, el del Norte, hacia la Osa Menor (circumpolar), y el del Sur hacia Sirio, una estrella identificada con la diosa Isis. La existencia de estos conductos perfectamente orientados a lugares concretos del espacio tiene una gran importancia simbólica; recordemos la creencia de los antiguos egipcios en la «otra vida» basada en los ciclos naturales y en la inmutabilidad de determinados astros, las estrellas Circumpolares, y su relación con ciertas divinidades del panteón egipcio.

William Flinders Petrie (1853-1942), un egiptólogo británico, se percató de que la Gran Pirámide tiene forma octogonal de estrella de cuatro puntas. Cada una de sus caras está compuesta por dos planos, con una ligera pendiente hacia el centro de cada una de sus caras. Esta circunstancia y su orientación hacia el Norte geográfico dan lugar a que durante los equinoccios, mientras la mitad de las caras norte y sur se iluminan, la otra mitad permanece en la sombra. Esto se denomina Efecto relámpago.

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           Efecto relámpago en la Gran Pirámide

Heródoto llegó a Egipto en el siglo V a.C. visitó Giza y sus pirámides. El historiador griego contó en su Libro de Historia II que unos sacerdotes a los que entrevistó le dijeron que  Keops, un tirano, había llegado incluso a prostituir a una de sus hijas a fin de obtener dinero con el que sufragar la construcción de su tumba. No podemos saber con absoluta seguridad si esto fue o no así, pero lo que sí conocemos es que Khufu limitó sobremanera las atribuciones y privilegios del estamento sacerdotal, por lo que no sería de extrañar que este faraón no tuviera precisamente muy buena prensa entre los sacerdotes a lo largo de la historia egipcia. Heródoto también dice que la pirámide fue construida por esclavos. No obstante,  desde finales de los años ochenta y comienzos de los  noventa del pasado siglo, se han hecho importantes descubrimientos arqueológicos en las proximidades de la pirámide que han puesto en cuestión las afirmaciones del historiador griego.

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                          Pirámide de Khufu o Keops, Giza, Dinastía IV, hacia el 2585 a.C.

En primer lugar se descubrió, a escasos quinientos metros de la obra, la cantera de la cual se extrajo la piedra. Después se encontró un cementerio a unas decenas de metros de la pirámide, en cuyas tumbas, algunos  obreros relatan sus vivencias durante la construcción de la del faraón. Se hallaron  además los talleres donde se fabricaban, reparaban y almacenaban las herramientas y los enseres de trabajo,  los comedores donde comían los constructores y las cocinas donde se preparaban las viandas que consumían. Gracias a este último descubrimiento conocemos también  su dieta a base de pan, cerveza (heneket, en egipcio), cebolla, pescado, carne vacuna y de ave, legumbres, dátiles, pasas, granadas, etc. Incluso la organización del trabajo y sus horarios nos son ahora accesibles.  Los turnos  de labor eran de cuatro horas, repartidos en semanas de diez días, de los cuales ocho eran laborables y dos no. En el Egipto faraónico no había dinero, por lo que los trabajadores cobraban en especies. Tenemos también otro dato muy esclarecedor a este respecto. Más de mil años  después de la construcción la Gran Pirámide, durante el reinado de Ramsés III (1183-1151 a.C.), los obreros que trabajaban en la construcción de las tumbas del Valle de los Reyes protagonizaron dos huelgas, las primeras conocidas en la historia, porque el Estado les debía varios meses de sueldo.

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Canteras de Giza. En la imagen se pueden apreciar los vestigios de la extracción de grandes moles de piedra. Al fondo, la Gran Pirámide.

El edificio se levantó sobre una meseta, y en ella se encontraba un pequeño pero importante promontorio rocoso que fue inteligentemente utilizado por los artífices de la pirámide. En primer lugar se allanó la meseta y luego se tallaron en ella unas grandes cuadrículas de igual tamaño con el objetivo de establecer las dimensiones perfectas para la construcción. A continuación se taladró el suelo a fin de colocar estacas a modo de  puntos de referencia claros para establecer los ángulos desde donde se empezaría a construir. La pirámide se levantó, utilizando grandes sillares, partiendo de los ángulos. El farallón rocoso se talló en forma de pirámide escalonada y fue integrado dentro de la estructura, de manera que  constituye el 30% del volumen total de la obra. Una vez tallado éste y a medida que se levantaban los ángulos, el espacio situado en medio  se fue rellenando con material de derribo, cascotes y piedras de mil y un tamaños que iban siendo prensadas con morteros manuales por los obreros a medida que se ascendía en la construcción. La combinación de estos tres factores, a saber, el tallado y la integración dentro de la estructura de la pirámide del farallón, la erección del edificio desde los ángulos y el rellenado del espacio entre ambos, posibilitó que la obra se terminase en menos de treinta años.

En los años noventa, en la cantera de la que hablamos anteriormente, se encontraron también grandes volúmenes de mortero, por lo que se creyó que tal vez éste habría sido utilizado para erigir una rampa de forma espiral alrededor de la pirámide que podría haber servido para elevar los bloques pétreos. Esta hipótesis, propuesta por Marck Lehner, es algo problemática debido a que el  ángulo de inclinación de la rampa debería de haber sido muy pronunciado, tanto que el ascenso de grandes bloques colocados sobre trineos de madera habría sido muy dificultoso; a pesar de ello, es la más probable de todas las expuestas hasta el momento. De hecho, en una tumba del Imperio Medio (2119-1793 a.C.), se encontró una pintura en la se ve a unos operarios trasladando sobre un trineo de madera una gran estatua de piedra.

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Dibujo del arrastre de una gran estatua realizado a partir de un mural de la Tumba de Dyehutyhotep. En la escena vemos a unos obreros vertiendo lo que parece agua a los pies del trineo. En realidad no es agua sola, es limo, muy resbaladizo, mezclado con ella. Con esta técnica, se han realizado pruebas, resulta sencillo transportar grandes piedras sobre trineos de madera utilizando poca mano de obra.
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Tipos de rampas. La más viable y que cuenta con el mayor consenso es la espiral (primera por la derecha), propuesta por el egiptólogo estadounidense Marck Lehner

El funcionamiento del sistema propuesto por Lehner es simple e ingenioso, y además encaja con lo ya sabemos sobre cómo se construyó la pirámide. Recordemos que se empezó a levantar desde los ángulos, que se talló y se integró el farallón rocoso dentro de la estructura del edifico, y que el espacio vacío entre medias se rellenó con mortero a base de piedras sobrantes del desbastado de los bloques. Como todo el proceso se hacía al mismo tiempo y de manera bien planificada y ejecutada, llegada la construcción a la zona de la Gran Galería y de las «cámaras de descarga», los grandes bloques que las componen se podrían haber llevado  por la rampa hasta la planicie que formaba en ese momento la pirámide, y una vez allí, habría bastado con arrastrarlos, en llano,  hasta su lugar.

En solo unos años se realizó otro sorprendente y controvertido descubrimiento. En la parte interior de los ángulos de la pirámide hay unas pequeñas salas que llevan a unos corredores ascendentes. Podría tratarse de una rampa interna que habría podido servir para elevar bloques pequeños, pero debido a su angostura,  no  para elevar grandes sillares como los de las «cámaras de descarga». Esta circunstancia, no obstante, no resta valor al hallazgo. Por otro lado, la opción de las grúas y las palancas, como proponía Heródoto,  no parece viable tampoco para los grandes bloques.

Sea como fuere, y aunque no podemos afirmar con absoluta seguridad cuál fue la manera en que los grandes bloques fueron elevados y colocados en su lugar, la Gran Pirámide es un hecho, y fue construida por los antiguos egipcios, personas no muy distintas de nosotros; de hecho, su herencia está muy presente en nuestra cultura, pero eso, es otra historia.

El misterio de la Gran Pirámide continúa…

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