De un ojo tumbado salió una lágrima. Subió la colina de la nariz y bajó en caída libre columpiándose por las pestañas del otro ojo hasta caer despatarrada sobre un pecho yermo. Un pecho hueco.
El viejo guitarrista, 1903. Óleo sobre tabla (122.9 x 82.6 cm). Época azul de Pablo Picasso (1881-1973). La obra se encuentra actualmente en el Art Institute, Chicago.
Será por como estoy últimamente, pero he seguido con todo mi ser el recorrido de esa lágrima hasta el punto de sentirla en mi propio pecho. Increíble y profundo.
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Más increíble y profundo es que alguien sienta con esa fuerza y sentimiento el recorrido de una lágrima 😉 Muchas gracias por tus palabras, se agradecen de corazón.
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El pecho puede ser una caverna en la que repiquetean las lagrimas de las estalactitas…
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