Los despropósitos

«El arte de vivir bien y el arte de morir bien son uno solo»

(Epicuro)

Los despropósitos con firma

Estando con «mis cosas” al ordenador una de mis compañeras del trabajo pasaba por mi vera, risueña como siempre, y al mirarla, contagiada por el entusiasmo que llevaba consigo misma mientras sujetaba entre sus manos una pera verde que acababa de coger de la nevera de nuestro departamento, me ha dicho mientras volvía a su mesa de trabajo “es que he comenzado con mi propósito de comer fruta y lo voy a conseguir”. Le he dado ánimos. Me parece admirable ese tipo de actitud. No dudo que conseguirá su propósito, aunque sea sólo porque sin gustarle la fruta, ha sido capaz de sostenerla entre sus manos como quien abraza un manjar delicioso. Vamos como portaría yo en las mías un trozo de bizcocho relleno de chocolate, agazapado, mientras rezo por el trayecto hasta mi escritorio para que nadie se cruce en mi camino y ose pedirme un pedazo porque entonces, inevitablemente, esa persona tendrá que morir o dar por acabada nuestra amistad…una de dos.

Pero a los pocos minutos, cuando ya no tenía a la vista a mi compañera ni a su pera verde, he comenzado a pensar en los propósitos. Ésos que ocupan nuestras mentes casi a diario y si no al menos mensualmente. Ésos que suponen esfuerzos considerables y suelen estar relacionados con la salud y, por tanto, inversamente relacionados con el placer, la buena vida o cualquier atisbo de hedonismo para no variar. Ya no me daba tiempo a decírselo en persona, pero se lo voy a dejar aquí escrito sabiendo que se reirá: “¿y qué tal llevas los despropósitos?”. Pero claro, esto es políticamente muy incorrecto siquiera pronunciarlo en este siglo y especialmente en esta década. A ver quién tiene narices de no apoyar causas saludables en la sociedad de hoy en día. Si no muestras una actitud “pro-salud” la sociedad te devuelve un claro mensaje con el que te tildan poco menos de “inconsciente” y “semilla del mal”…con el que visualizas por sus miradas cómo ya están casi acabando de cavar tu tumba, sí ésa que insinúan que ocuparás pronto…

Hablo de la sociedad que llena de ‘runners’ equipados como extraterrestres luminosos cualquier calle, ladera de río o paseo a las 6:00 AM. Habéis leído bien, las 6:00 AM. Cualquier día de cualquier estación del año. Da igual si llueve, hace frío o vives en el secarral más caluroso y húmedo del mundo. Ahí están puntualmente, iluminados y perfectamente conjuntados corriendo. Doy fe. Por circunstancias arbitrarias, llevo desde hace unos meses un registro bastante exhaustivo por cercanía totalmente involuntaria a dicho fenómeno a través de una indiscreta ventana. Prometo no exagerar. Para cuando yo, por fin, he logrado liberarme de las cadenas de Morfeo y salir de mi cama con la tercera o cuarta alarma de móvil para ir a trabajar, ellos ya están ahí. Despiertos, vestidos, frescos, ágiles y sonrientes. El cuadro de contrastes entre ellos, como actores principales activos, y yo, como personaje secundario, casi de atrezo y por supuesto pasivo, resulta pintoresco y da miedo a la vez. No negaré que, como psicóloga, ante tal panorama contemplado bajo mi ventana siempre me invade una gran disonancia cognitiva. Sí, me muevo entre el mal y el bien. Es inevitable. A ratos me apiado de ellos mientras divago sobre qué criterios diagnósticos pueden cumplir para según qué trastorno mental personas que, como ellos, deciden hacer eso, presuntamente de forma voluntaria hasta que no se demuestre lo contrario; y durante otros ratos me autoconvenzo de lo envidiable que resulta su fuerza de voluntad, dado que no contentos con tener que madrugar para ir a trabajar (porque digo yo que luego irán a trabajar…si no ya lo de correr a las 6:00 AM me parece un claro caso de masoquismo de manual), optan por madrugar el doble para poder hacer el “runner” antes de cumplir con el trabajo y a saber con cuántas otras responsabilidades (hijos, etc.).

En fin, esto lo dice una que vive llena de propósitos saludables que se supone me garantizan “vivir más”, pero no “vivir mejor” por muchos cuentos que me quiera contar cualquiera. Por ejemplo, sobrevivo condenada a no fumar, a vivir a dieta o a hacer deportes que no me gustan, porque yo realmente en lo que destaco es en la práctica del “sillón-ball” frente al televisor. Pero bueno, ése no es el tema. Como veis, como todo mortal, yo también tengo mi lista de propósitos relacionados con la salud. Una lista que me esclaviza todo el año. Pero…hace poco diseñé premeditadamente, con nocturnidad y alevosía, mi particular venganza contra la lista de propósitos. Sí, tengo una “lista de despropósitos”. ¿Qué pasa?. Es la ley de la compensación. Una forma de equilibrar la balanza y no sentir que todo en esta vida es renunciar a lo que nos gusta. Si voy a vivir tanto tiempo como presuponen mi médico, las campañas preventivas y la sociedad en general porque ya no fumo, como fruta y hago deporte…me gustaría no aburrirme a ser posible, si no…¿para qué quiero vivir más?

¿Recordáis la fiesta que os brindasteis a vuestra salud y la de vuestros compañeros de penurias cuando acabasteis la temida “selectividad” (para los ‘viejóvenes’ de mi quinta) o “PAU” (para los jovenzuelos)? Ahí lo tenéis: despropósito de fiesta como ley de compensación por las horas invertidas y el estrés soportado previamente.

Pues bien, llamadlo como queráis, pero ¿qué tal si la próxima ocasión en que hagáis este tipo de cosas (sea ahora con la vuelta de vacaciones de verano, o sea el 1 de enero, el uno de cada mes, cada lunes…) elaboráis dos listas? Una de propósitos saludables para cumplir con la sociedad (y así todos nos dejan un poco en paz) y con nuestra salud (y así tu conciencia te deja también un poco en paz), y luego…¡otra de despropósitos!. Exacto, la lista negra. Cargada de alicientes, gamberradas, caprichos, ideas algo descabelladas que de otro modo descartaríamos…No diréis que no tenéis tiempo para pensarla y elaborarla. Yo tengo la mía que, por supuesto, no pienso desvelar porque los despropósitos no se cuentan, al menos antes de haberlos cometido, y si se escapan es “a medias” y con pocos detalles…

¡Suerte con la vuelta de las vacaciones!

¡Os deseo un camino lleno de despropósitos! Y espero que sean lo suficientemente placenteros y divertidos como para compensar los propósitos…

Pd.: un minuto de silencio por los “runners” de las 6:00 AM que encima no tengan todavía lista de despropósitos…

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