Sin olvidar a #SanPetersburgo

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Vista de la Avenida Nevski y el edificio de la tienda de Eliséev desde

“La ciudad de San Petersburgo, capital del Imperio Ruso, encarnación del orgullo y la gloria del Estado Ruso”. Así comenzaba mi guía de San Petersburgo, y no le falta razón. Llegas a San Petersburgo en tren desde Moscú, en pleno diciembre a -12 grados, y te espera “la Venecia del Norte”. Dicen que es “la más extraña de las ciudades rusas, un organismo excepcional, individual y con un espíritu complicado y sutil». Desde luego que no faltan razones para decir tal cosa, una vez visitada esta ciudad te das cuenta de que es única en el ambiente imperial que se respira en cualquier rincón. Como dirían por Andalucía, San Petersburgo «tiene duende», algo especial, difícil de definir. Son muchos los autores y los artistas que han definido o que se inspiran en este grandioso lugar. Un buen ejemplo es el conocido poeta ruso Konstantin Batiushkov:

¡Que ciudad! ¡Qué río! ¡Una ciudad única! Es necesario abandonar a San Petersburgo, abandonarlo por cierto tiempo, hay que visitar capitales antiguas: el viejo Paris, el ahumado Londres, para sentir la valía de San Petersburgo […] ¡Qué belleza de edificios, qué gusto y, en total, qué diversidad obtenida por la mezcla del agua con las edificaciones!”

Y es que este gran poeta no falla en nada de lo que dice. La arquitectura de esta ciudad es magnífica, pues se fusiona con sus canales, generando una belleza arquitectónica especial. Como emblemas de su arquitectura  basta nombrar sus iglesias y caterdrales, como por ejemplo La catedral de St. Isaac y el abrazo que te ofrece La Catedral de Kazán, o sus numerosos palacios a las afueras como Peterhof o el Gran Palacio de Catalina

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Malecón de la Universidad, Esfinge (Egipto, s. XIII a. C.)

en el que sientes los grandes lujos de la famosa Anastasia (a pesar de su corta vida ¿o no?) al observar su rica sala de ámbar, las grandes plazas como La Plaza de los Decembristas o más conocida como la plaza de Pedro I o Jinete de Bronce que inspiró al gran poeta Pushkin, sus ricos museos ¡como olvidarnos del majestuoso Ermitage o su museo de Fabergé! Y las miles de curiosidades que se esconden tras sus numerosas esculturas, como esos pequeños gatos escondidos a lo largo de la Avenida Nevski, ese ratón en la Facultad de Ciencias o la curiosa escultura de Pedro I del escultor Mijaíl Shemiakin llena de simbolismo. Y es que puedes encontrarte  en San Petersburgo  unas auténticas esfinges egipcias custodian el malecón del Neva frente a la facultad de Bellas Artes. Así es San Petersburgo único y poderoso como los grandes faraones egipcios.

Aunque San Petersburgo también tiene su historia negra/oscura como fue el asesinato de Rasputín, ese hombre con gran influencia sobre los Romanov. También cuenta entre sus grietas el triste asedio en la Segunda Guerra Mundial (1941 y 1944), que recuerda la plaza de la Victoria y su alto obelisco que conmemora a las víctimas y sobrevivientes del sitio de Leningrado o ese arco del triunfo hecho sólo con hierro en la gran plaza de Narva y que conmemora la victoria rusa ante las tropas de Napoleón. Porque a pesar de ser San Petersburgo y ser tan diferente al resto de lo que dicen de Rusia, tiene ese espíritu ruso con el que se sienten orgullosos de pertenecer a una nación, con sus logros, derrotas y victorias.

Como ya he dicho, mi visita a San Petersburgo fue en Diciembre y bajo cero, pero siempre se habla de San Petersburgo en verano, como no hablar de esta ciudad en verano, si es bonita en invierno deben de ser preciosas las famosas noches blancas (desde mediado de mayo a mediados de julio) y la apertura de sus puentes para dejar entrar a grandes barcos. Pero lo curioso de la visita invernal puede ser caminar, sin querer, por el río Neva o admirar el brillo de sus tejados llenos de nieve en un frío y corto día soleado, perderte y encontrar la Fortaleza de Pedro y Pablo en la isla Zñaiachi redeada de hielo y en una esquinita un grupo de patos nadando tan tranquilos. Y es que el invierno produce la falta de luz solar, lo que tomaremos como una ventaja, ya que una ciudad hay que disfrutarla de día y de noche, y esto es algo que en las noches blancas no lo puedes disfrutar.

Por último, en este bonito viaje en tren, como olvidar la gran Avenida Nevski, la calle principal de la ciudad,  atravesada por varios ríos y canales que se encuentran en el perímetro de la ciudad, adornada por sus atractivos puentes cerca de las moradas de Gógol y Dostoievski, al recorrerla paseas al lado de grandes y bellos edificios, hasta que en mitad de esta avenida un poco escondida ves la Iglesia de la Resurrección de Cristo (El Salvador sobre la Sangre Derramada) en ella se esconde la historia del asesinato del zar Alejandro II por el terrorista Grinevitski. Pero más peculiar es su arquitectura, el gran número de colores que se puede ver sobre sus cúpulas hechos con esmalte de joyería, te permite que la observes embobado y no te canses de mirarla. Como todo San Petersburgo, poderoso en cada una de sus rincones.

 

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Iglesia de la Resurrección de Cristo

 

 

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